El hombre que danza o que contempla la danza lo hace sumergido en el estado anímico que se entiende como sensación estética o sensación de belleza.
Quien se entrega a este arte lo hace con el propósito de exaltar el trance del espíritu anegado por la emoción religiosa y/o por la exaltación de potencias vitales como el amor, la alegría, el entusiasmo o la tristeza.
Se canta y se danza en el jubilo amoroso y en la desolación de la muerte. El estilo cambia las maneras y los modos cambiaran apropiadamente, según sea el caso, pero el principio estético casi siempre es el mismo.
Con la danza podemos representar la comedia, tragedia, humor, amor y alegría, por medio de la pantomima.
La danza sirve para desarrollar los sentidos, la percepción, la motricidad y la integración de lo físico y síquico de la persona.
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